martes, 11 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
Se sorprendió pensando que tenía unas cejas y unas pestañas increíbles. De hecho, era tan atractivo que imponía. Tenía una estructura facial perfecta: frente amplia, pómulos marcados, nariz estrecha y barbilla perfectamente simétrica. Los ojos no era exactamente grises, sino de un color extraño, verde con vetas plateadas. Tenía una piel maravillosa, tersa y dorada, y una boca incomparable.
Se dijo que no debía mirarle a la boca, pero no lo pudo evitar. Los labios suaves y entreabiertos eran una tentación irresistible. Como cada vez que lo miraba atentamente, sintió un temblor en los labios y se pasó la punta de la lengua para aplacarlo.
Él suspiró y le acarició la cara con su aliento cálido, perfumado con los aromas de un vino arrugado. Ella tragó saliva, lo miró a los ojos y comprendió lo que iba a pasar. La iba a besar. No para acallar sus gritos, ni siquiera por despecho, sino porque...
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