Era alto, fórnido, tímido y estudioso. Obligado por la educación del internado, llegó a desarrollar con los deportes una musculatura de atleta, pero en realidad consideraba que ésa era una actividad agotadora e inútil. Tenía extrañas manías que empezaron a manifestarse en esa época y que fueron acentuandose a lo largo de su vida. No le gustaba que le respiraran cerca, que le dieran la mano, que le hicieran preguntas personales, le pidieran libros prestados o le escribieran una carta. Esto dificultaba su trato con la gente, pero no consiguió aislarlo, porque a los cinco minutos de conocerlo saltaba a la vista que, a pesar de su actitud atrabiliaria, era generoso, cándido y tenía una gran capacidad de ternura, que él procuraba inútilmente disimular, porque lo avergonzaba. Se interesaba por los demás mucho más de lo que quería admitir, era fácil conmoverlo. Cuando acudían a él porque necesitaban algo, los escuchaba sin comentarios, contestaba con monosílabos y terminaba dándoles la espalda, pero no descansaba hasta solucionar el problema. Era huraño y su madre le decía que ni siquiera cuando era pequeño se dejaba acariciar. Desde niño tenía gestos extravagantes, era capaz de quitarse la ropa que llevaba puesta para dársela a otro, como lo hizo en varias oportunidades. El afecto y las emociones le parecían signos de inferioridad y sólo con los animales perdía las barreras de su exagerado pudor, se revolcaba por el suelo con ellos, los acariciaba, les daba de comer en la boca y dormía abrazado con los perros. Podía hacer lo mismo con los niños de muy corta edad siempre que nadie estuviese observando, porque frente a la gente prefería el papel de hombre recio y solitario. Era un sentimental incorregible. Por eso se interesó en la política y decidió que no sería abogado, como su padre exigía, sino médico, para ayudar a los necesitados, como le sugirió su madre, que le conocía mejor.
sábado, 28 de enero de 2012
Era alto, fórnido, tímido y estudioso. Obligado por la educación del internado, llegó a desarrollar con los deportes una musculatura de atleta, pero en realidad consideraba que ésa era una actividad agotadora e inútil. Tenía extrañas manías que empezaron a manifestarse en esa época y que fueron acentuandose a lo largo de su vida. No le gustaba que le respiraran cerca, que le dieran la mano, que le hicieran preguntas personales, le pidieran libros prestados o le escribieran una carta. Esto dificultaba su trato con la gente, pero no consiguió aislarlo, porque a los cinco minutos de conocerlo saltaba a la vista que, a pesar de su actitud atrabiliaria, era generoso, cándido y tenía una gran capacidad de ternura, que él procuraba inútilmente disimular, porque lo avergonzaba. Se interesaba por los demás mucho más de lo que quería admitir, era fácil conmoverlo. Cuando acudían a él porque necesitaban algo, los escuchaba sin comentarios, contestaba con monosílabos y terminaba dándoles la espalda, pero no descansaba hasta solucionar el problema. Era huraño y su madre le decía que ni siquiera cuando era pequeño se dejaba acariciar. Desde niño tenía gestos extravagantes, era capaz de quitarse la ropa que llevaba puesta para dársela a otro, como lo hizo en varias oportunidades. El afecto y las emociones le parecían signos de inferioridad y sólo con los animales perdía las barreras de su exagerado pudor, se revolcaba por el suelo con ellos, los acariciaba, les daba de comer en la boca y dormía abrazado con los perros. Podía hacer lo mismo con los niños de muy corta edad siempre que nadie estuviese observando, porque frente a la gente prefería el papel de hombre recio y solitario. Era un sentimental incorregible. Por eso se interesó en la política y decidió que no sería abogado, como su padre exigía, sino médico, para ayudar a los necesitados, como le sugirió su madre, que le conocía mejor.
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Nice blog!
ResponderEliminarIt will make me happy if you took a look at my blog, http://carolinebruunnielsen.blogspot.com/
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